Recuerdo como empezó todo, fue realmente increíble, al menos yo no podía creerlo…
Simplemente éramos amigos, de esos que siempre bromeaban sin más… Picarnos el uno al otro era lo habitual, nos divertíamos sin malicia y sabíamos que todo formaba parte de nuestras bromas sin importancia…
En todo momento yo lo creí así, nunca dudé de ti, no tuve ninguna segunda intención en ese tonto juego que comenzaste y que yo seguí inocentemente…
Las semanas pasaban y el aliciente del día era seguir comunicándonos, yo no le di la menor importancia porque tenía muy claro que solamente éramos amigos, sí, amigos…
Hasta que un día las cosas comenzaron a no cuadrarme, no podía dar crédito a mi intuición, pero pensé que solo era eso, una intuición de aquellas desacertadas que tantas veces había tenido...
Desde ese momento, pero esta vez con miedo, seguí adelante, pensando una vez más que la que se confundía era yo, que no sería posible que algo así ocurriese. ! Seguramente sería mi imaginación…!
Por desgracia no fue así, mi intuición no fue desacertada, todo lo que me decías estaba ocurriendo de verdad. Y yo, aún no podía creerlo…
Decidiste venir a pasar el día conmigo, yo, como las tontas te dije que sí, que adelante… Y es que en esos momentos todavía no me creía que era verdad, incluso llegué a creer que ella estaba detrás de todo este juego…
Pasaste toda la tarde enviándome mensajes, planificando tu llegada. Cada mensaje que recibía me hacía sentir una puñalada en el corazón, me temblaban las manos, me agobiaba, lloraba… Sí, lloraba, porque no podía dar crédito a lo que estaba pasando. Era imposible, esto no me debía ocurrir a mí…
Me sentí atrapada en un callejón sin salida. ¡No sabía qué debía hacer…! Pasé toda la noche angustiada sin poder dormir, pensando cómo iba a enfrentarme a esa situación sin que nadie saliera mal parado y, por fin, tomé una decisión…
¡Lo mejor será plantarle cara, coger el toro por los cuernos y pedirle toda clase de explicaciones!
Y así fue, eso fue lo que hice…
