martes, 25 de noviembre de 2014

Paco, el de Perú.

Hace algo más de mes y medio tuve noticias de mi querido amigo Paco,
el que se fue a trabajar a Perú.
Me pedía que le buscase la partida de nacimiento y otro papel en el que constaba que se había divorciado.
Tenía que enviárselo lo antes posible.
¿A qué viene tanta prisa?-Le pregunté.
No podía imaginar la grata sorpresa que me llevaría.
¡Paco conoció a una chica hace tres meses y se van a casar!
¡¡Cuánto me alegro!!
¡¡Qué feliz me siento!!
El se lo merece más que nadie.
Ha estado tanto tiempo solo, no ha tenido suerte y lo ha pasado tan mal...

Soy consciente de que yo le hice sufrir, sin querer, claro.
Se enamoró de mi años atrás, pero no pude corresponderle.
Y lo sentí en el alma. Porque estoy segura que habría sabido hacerme feliz.
Me quería de verdad...
Aún recuerdo su último viaje a España.
Yo, por aquellos días aún estaba con Carlos.
Paco adivinó lo que sucedería con mi relación.
Me enfadé con él.
Pensaba que estaba celoso y por eso me decía aquellas cosas.
Cuando sucedió lo que predijo, lo entendí.
El me decía una y otra vez:
"Lola, te quiero mucho y no quiero que te hagan daño"
Es cierto. Me quería.
Y, lo peor, es que yo lo sabía...
Cuando le conté que se había cumplido aquello que predijo días antes, me abrazó muy fuerte y me dijo:
-¡Ay Lola, cuánto me vas a hacer sufrir...!
Esas palabras se quedaron grabadas muy dentro de mi.
Ha pasado más de un año.
Aún recuerdo el día que se marchó.
Nadie iría a despedirle, y yo no podía consentir que se sintiera solo.
Dejé el trabajo a medias y me fui corriendo a la estación, ni siquiera me quité la bata. No podía llegar tarde.
Existía la posibilidad de que esa fuera la última vez que viera a Paco.
Fue muy triste aquella despedida.
Nos abrazamos, nos besamos y se marchó.


Hace unos días hablamos por wassap.
Paco me contaba como había conocido a su chica y la suerte que había tenido.
Yo le hice saber cuanto me alegraba...
Me explicaba que cuando se marchó a Perú estaba cansado de tanto buscar el amor, de probar una y otra vez,que se sentía un conejo de laboratorio.
Y que lo único bueno que había sacado de todo eso, era yo.
Al mismo tiempo, yo le hice saber, que también me sentía así.
Y que por ese motivo he tirado la toalla.
-No merece la pena seguir buscando - le dije- Ahora me dedico a viajar, simplemente por tener una ilusión.
El me contestó:
-Tu tendrás mejor suerte que yo. Quien lo merece lo tiene y tu lo mereces.
 Tu chico está cerca, ya lo verás.

Hoy por hoy, eso es lo que menos me importa.
Soy feliz, muy feliz por él.
Y agradezco a Dios que, por fin, mi buen amigo Paco es FELIZ.









No hay comentarios:

Publicar un comentario